Xeno Corpus Ex

ANTONIO F. RODRÍGUEZ








Hacia la felicidad. El retrocognitor Yajner Vilnus queda atrapado en una epifanía catártica de naturaleza psicótica. Reproduce en bucle el saludo nazi durante diez mil años de Alter Tiempo. Grita “¡Sieg Heil!” mientras el brazo se alza rígido, espasmódico. A los noventa y siete años, su mente se desmorona. Cuando los invasores psicomorfos lo someten a Redención y lo extraen del Cubo de Alter Tiempo, el hombre exhibe una sonrisa beatífica. La retrocognición lo ha atrasado un millón y medio de años en la escala evolutiva: sus rasgos morfológicos se asemejan a los de un homo erectus. Luego de un proceso indoloro de petrificación, colocan la estatua humana con el brazo eternamente alzado en la Casa del Perdón.



Ontos Ante Arcanum. Los ciclos se suceden desde una eternidad sin origen. En cada uno de ellos hay existencia y hay lenguaje. Las realidades son arrojadas al continuo y devoradas por entidades necropsíquicas, porque la conciencia es depredación y se nombra en la carencia.
Los mundos de materia recrean escenas inanimadas, naturalezas muertas, estratos, noches.
Los mundos de conciencia componen epitafios, réquiems, silencios, tinieblas.
Entre la materia y la conciencia, en el quicio inestable del “entre”, el Ontos Ante Arcanum eclosiona y fluye en corrientes de realidad extenuada, corrompiendo la pluralidad de mundos, sembrando de entropía el frágil tejido de cosmos nacientes, incendiados.
Ontos Ante Arcanum. El parásito ontológico. La sombra entre los mundos.



Ballenas de la Creación. En el amnios atemporal, cetáceos interdérmicos expelen burbujas tensas de realidad que culebrean como voraces sanguijuelas. Las burbujas crecen, se fagocitan unas a otras, navegan entre inmensos megaterios ameboides. Nenúfares sonoros flotan hasta ellas y expelen esporas de conciencia. Panspermia en el espacio hipermental. Las burbujas así fecundadas, esquirlas de realidad balbuciente, brotan como singularidades y emergen al otro lado del Zigurat, donde se manifestarán como universos larvales, dolientes de tiempo y ferocísimos, perturbados. La conciencia, cuando se da, es externa, una proyección inestable del nenúfar que “existe” en la onda sísmica transtemporal. Los universos de solo materia son infiernos porque la materia se conmueve y anhela la conciencia de otros ciclos cuyo remoto recuerdo conserva. La materia sin conciencia anhela fantasma y se duele. Es un cuerpo ciego que perdura eones y despliega su sufrimiento en un universo entero.



El cielo alegre de la infancia. Empédocles se despoja de sus sandalias y se arroja al Etna. Profiere un largo, largo alarido mientras cae y su cuerpo es lamido por la lava ansiosa. Los niños descalzos lo celebran: han obligado al mago a entregar su cuerpo corruptible al Dios del Hambre y de la Mutación. Ahora se lanzan sobre las sandalias solas. No les importará matar a sus congéneres para caminar por el cielo.
 


Xeno Corpus Ex. La transición de la amorphia a la morphé produce la primera conjunción de Voz y Cuerpo. Voz y Cuerpo interactúan mediante símbolos primarios, pez, venado, asta de hueso, que abren la caverna astral en el lóbulo parietal de la especie Homo. Las primeras abstracciones reptan por el espacio acuoso de las sinapsis prelingüísticas. Las constelaciones son el primer mapa esculpido en la pared interna del cráneo. La tecnología de la abstracción produce máquinas feroces y deseantes, heterotrópicas, mágicas, que la especie Homo olvida pronto (cuando la techné se reduce al ámbito de lo posible: depredación, supervivencia). Entre Voz y Cuerpo, el mago antiguo encuentra el paso de la amorphia a la morphé y viceversa. Mente psicomorfa latente. Cuerpo mental migrante. Xeno cuerpo. Ex Corpus.



Guerras de Realidad. El mundo se divide en dos beligerancias ontológicas: quienes defienden que la Realidad es Una e Indisoluble, quienes aseguran que la Realidad es Multiplicidad y Colisión de diferentes capas o estratos de lo Real. A grandes rasgos, la Realidad es el Norte, la Irrealidad es el Sur. La Confederación Real posee exorcistas y precognitores, y redes epidémicas teriomorfas para defender la realidad básica consensuada. El Imperio de Kali ataca con endorcistas, retrocognitores y psicotecnólogos que multiplican los estratos, fisuras y afluentes de la Realidad. La Confederación Real está gobernada por un fuerte animismo teocrático. El Imperio de Kali está controlado por el anarquismo neo-Zen. Grandes porciones de África y Asia (los antiguos países conocidos como Nigeria, Chad, Sudán, Egipto, Arabia Saudí, el Irán noroccidental y una amplia franja de Kazajistán y Rusia) delimitan la frontera entre ambos mundos: son Zonas desmilitarizadas donde la realidad básica ha sido desmantelada por completo. En esas Zonas la realidad es un ente biológico que recombina creativamente su estructura en fluctuaciones aparentemente aleatorias que sin embargo parecen obedecer a patrones xenotelúricos ininteligibles al pensamiento humano. Los soldados, exor, endor, precos y retros que quedaron atrapados en las Zonas han fusionado sus mentes y cuerpos y evolucionado en entidades suprasensibles con las que sólo es posible comunicarse mediante el arte abstracto de alto nivel. Por eso, en la frontera de las Zonas, y junto a un poderoso despliegue de soldados, chamanes y telépatas (Realistas en el Norte, Irrealistas en el Sur), proliferan las escuelas de arte contemporáneo y sus oráculos, que pretenden interpretar los mensajes emanados de esa mente comunitaria híbrida, a veces desgajada de los estratos de realidad en colisión, a veces fluctuando en apariciones ectoplasmáticas, mesiánicas o teriomorfas. Los nombres de los oráculos de las escuelas de arte contemporáneo son, de Norte a Sur: Rothko, Zhao Wu Ki, Zóbel, Hilma af Klimt, Twombly, Toyen, Ilse Gradwhol. Estas escuelas están duplicadas: hay una a cada lado de la Zona, Realista al Norte, Irrealista  al Sur. Esto provoca una intensa guerra estética y cognitiva que se suma al esfuerzo bélico por asentar o desquiciar la Realidad, según el caso. La Antártida es neutral y en ella conviven los supervivientes del capitalismo posindustrial, clanes mafiosos, mártires de la iconoclasia y altos representantes de las iglesias monoteístas. La capital, Xanadú,  es la sede de la industria mundial de pornografía.



La llave. Si el pensamiento solar sacrifica los cuerpos y el pensamiento lunar los convierte en fantasmas, ¿qué claroscuro del pensamiento los hará vibrar y adensarse, temblar en la escarpadura del Otro hecho carne?



Nana erothanática. A los endorcistas les gusta un punto de la Zona conocido como Aka Ana. En Aka Ana los cuerpos se suceden en enjambres, en avalanchas, en voracidades, en mutantes ríos devastados. Los cuerpos recombinan sus partes en abstractos poliedros de carne, en suturas desquiciadas, en eternas fugas animales. Los endorcistas introducen parásitos psicomorfos en esa babel de piel proteica. Quieren amansar la carne doliente en sus múltiples transiciones. Mientras invocan, cantan. Lenta hipnosis es su canto.



La vida alegre de los traductores. Antes de su aplicación militar, las redes epidémicas teriomorfas tuvieron un fecundo uso civil en el campo de la traducción. Anjali Goswami tradujo al hindi los aforismos de Heráclito de Éfeso introduciéndose en un elefante y permaneciendo varios días en él (desde un vértice akásico o realidad oblicua, para no lastimar al animal). La idea es vincular de forma siamesa ambos jivas o principios vitales: el de la traductora y el del elefante, de forma que el proceso consiste en que el texto original recorre el cuerpo-mente del animal, se teriomorfiza y luego es recuperado, ya traducido, por el cuerpo-mente del ser humano emergido del vértice akásico. Las traducciones así realizadas tienen un brillo y una vitalidad impensables en los tiempos antiguos. Posteriormente, Anjali probó a traducir saltando de un animal a otro: así tradujo el Mahabharata del sánscrito al chino siguiendo la secuencia elefante-cocodrilo-ciempiés-estornino-pez martillo-mosca de la fruta. La diferencia de tamaño propició un adecuado equilibrio entre la sutileza y la magnificencia necesarias para abordar una traslación tan monumental. La traducción mediante redes epidémicas teriomorfas tuvo como consecuencia inesperada dotar a la realidad de mayor espesor y estabilidad, cosa que dejó perplejos a los traductores, que siempre pensaron que su labor consistía en multiplicar y expandir el mundo y no en consolidar aquel que creemos habitar. En sus aplicaciones militares, el propio soldado es un teriomorfo y muta de un animal a otro para contrarrestar los influjos ontológicos desestabilizadores de los guerreros del Imperio de Kali. La red es epidémica porque en cuanto se inicia la teriomorfosis todos los animales circundantes se convierten en receptáculos activos para la mente del soldado humano y éste se desdobla vertiginosamente en tantos cuerpos como su energía psíquica le permita. Como los guerreros de Kali habitualmente se manifiestan como animales totémicos o sagrados, el enfrentamiento puede originar una perversa confusión o herejía religiosa. El soldado teriomorfo ha de ser concienzudamente adiestrado en el arte de reconocer la santidad en el aura irradiada por el animal en que se embosca el guerrero de Kali. Dominar este arte sutil permite un acceso meteórico a la cúspide de la jerarquía militar. Históricamente, los mejores soldados teriomorfos de la Confederación Real ejercen como traductores en la vida civil. Huelga decir que la guerra consiste en una minuciosa y encarnizada traducción y contratraducción de la Realidad.



Onirófagos. Estos seres vibratorios parecen simbolizar cierta intuición espiritual velada a la conciencia humana. Suelen rondar junto a las estatuas materializadas desde el remoto porvenir y esparcidas a intervalos regulares a la orilla de los lagos levitadores que serpentean en las Zonas. Cuando el parásito come sueños, crece un negro musgo musical en las estatuas. Los endorcistas aseguran que ese doble proceso activa alguna forma de pensamiento matérico, pero ignoran quién o qué piensa: las estatuas del futuro, el musgo ululante o el sueño al ser devorado e incorporado a una realidad alterada.  



Ex Corpus Poíesis. La poeta antártica solo escribe cuando la someten a cirugía. Su historial clínico y su obra son siameses y su vínculo es dolor y es escritura. Con el paso de los años, se opera sin estar enferma, solo para continuar escribiendo. Cada prótesis, cada órgano extirpado o reconstruido se traducen en un poemario progresivamente más alterado, impuro. El lenguaje se convierte en un mineral antiquísimo a medida que su cuerpo se transforma en cíborg. Ya del todo esculpida en silicio, y con el lenguaje a punto de su petrificación total, escribe un poemario sin pasar por quirófano. Un día despierta y en el espejo descubre una cicatriz que circunda su cráneo. Ha sido lobotomizada.



Espora/mácula. A punto de ser derrotados en las Guerras de Realidad, los psicotecnólogos del Imperio de Kali piden ayuda al Xenoceno futuro y este envía al pasado las Ontotectónicas de Rutka Virtanen (el arma ontológica definitiva)*. Un error en el ajuste temporal arroja el libro a una fecha indeterminada en la antigua Sumeria. Descifrado por los oráculos, los versículos del libro de Virtanen enseñan a los sacerdotes sumerios a manipular la estructura de la realidad y a influir, mediante injertos telepáticos transtemporales, en algunas mentes escogidas del porvenir. La Historia que hemos conocido es uno de los futuros posibles generados por los oráculos sumerios a partir de la tecnología ontotectónica simulacral. Nuestra realidad solo existe como mácula o espora en uno de los prismas de hipertiempo de los oráculos sumerios. Estos oráculos proyectan futuros virtuales para combatir el devenir del Óntos Parásito. Confundidas ante el despliegue de realidades múltiples y contradictorias, las entidades xenopandémicas no saben qué matriz contaminar.



El Afuera. El Observador repasa los universos en cascada que desfilan como burbujas en la espuma del río del tiempo. De pronto se detiene. Ahí, justo ahí. Un universo donde la materia y la conciencia coexisten, fusionadas. No es posible. Existen universos de conciencia y universos de materia, pero nunca ha visto que ambas cosas se manifiesten en mutua dependencia. Es demasiado inestable. Demasiado vertiginoso. El Observador es un punto de vista hipermental en descarnadura eterna. Por primera vez siente curiosidad. Atrae hacia sí ese cosmos. Se derrama tentacularmente. Un agua de seudópodos cautos, anegando galaxias y nebulosas. Empieza el Xenoceno.



Apoteosis del Xenoceno. Arden las realidades consumidas por la voracidad ontológica del Afuera.




Bajo cielos kazajos comer es siempre alegre. Aunque ha asegurado las marcas de protección en contraventanas y dinteles, los Devoradores de Rostros cercan la casa. La niña de piel oscura retrocede al atrio central del hogar y traza con ceniza nubia una última defensa geométrica en el suelo de adobe. Ya están aquí. Los Devoradores exhiben el rostro de sus padres, sus abuelos, toda la genealogía de la sangre secularmente concentrada en un instante. Devoran rostros porque luego de errar durante milenios en el desierto ansían una cara con la que enfrentar la eternidad de arena. Ahora atacan la ceniza geométrica, la comen con un lento crujido negro. La niña retrocede hasta la esquina. Con una mano firme sostiene un espejo mellado. Se mira un rato. Luego, levanta el cuchillo que oculta en un pliegue de la ropa y acomete la extraña tarea de separar la carne del hueso. Los Devoradores se detienen. Observan. Esperan. La niña de piel oscura come su cara con fruición y deleite. Sonríe mientras come. Es sabrosa su cara de niña.  




*http://revistakokoro.com/ontotectonicas.html