Instalación para seis pantallas


RUBÉN MARTÍN 










1. Primer plano, frontal. Rostro de mujer joven mira fijamente a cámara. La expresión es neutra; los escasos movimientos delatan cierta calma fingida. El profuso herpes labial de algún modo acentúa la serenidad, no el nerviosismo

2. Nuevos modelos experimentales refuerzan la hipótesis de que los agujeros negros tienen pelo

3. Un ahora aprisionado entre vitrinas / acumula cristal muy dentro / de sus venas // mira aquí sus futuras hemorragias / examina sus lentas / detenidas estrategias

4.Cómo fue tu primera vez. Te gustó. O no. Qué te dio más asco.                                           
O placer


5. Si una mancha negra se extendiera por las paredes blancas

6. La temperatura del brazo de mi padre sumergida en la cadencia de la respiración artificial




 









1. y el tacto, correoso, de su piel, como si se rozara un mundo inerte con los dedos

2. Continúa el primer plano —mujer caucásica, cabello negro rizado, herpes simplex en la comisura izquierda, ojos azul pálido—. La gestualidad es mínima pero insinúa el rostro de quien trata de entender una serie de instrucciones

3. Si las manchas se agruparan y trenzaran hasta convertirse en formas de escritura, y para cada día que no sabes respirar hubiese un ideograma

4. Se denomina pelo de un agujero negro a los vestigios de información acerca de su pasado. Su memoria

5. Sin duda los pezones. No me imaginaba que pudiera haber vello en la aureola

6. Dentro de la vitrina el sonido // tu sed de cataclismos / contra el continuo rezo de la estática // controla





 








1. tus palabras / le dices al ahora ensordecido // cataclismo, κατακλυσμός, significa diluvio, inundación

2. Tocas la mano que no es mano con tu mano enguantada. El brazo izquierdo sigue con su vello intacto, rizos negros, en verano solía afeitarse el torso

3. Como si creciera del iris, o del centro del ombligo, un tallo negro delgadísimo y se curvara lentamente en busca de más cuerpo

4. Plano de conjunto. La mujer está reclinada al borde de una cama de hotel, apoyada en codo y antebrazo; los pies desnudos rozan tibiamente el suelo. Junto a su mano izquierda un cuchillo

5. El ‘teorema de no pelo’ implicaría que toda la información que contenía la materia devorada por los agujeros negros habría desaparecido para siempre

6. Si hubiera un ideograma que uniese “frío”, “dolor” e “irrealidad” en un único trazo que se extendiese a “nunca” y “adiós”, pero






 









1. a su vez significara “calma”, “la calma más allá de toda comprensión”, de toda pérdida, en las paredes blancas


2. Palabras que resisten / a morir, su teología niega la / apoptosis // células erráticas, heréticas, que exigen más tiempo, más / espacio: se van abriendo paso, como el vello en la epidermis

3. Eso violaría los principios de la mecánica cuántica; la detección de pelo gravitacional podría en cambio explorar otras aplicaciones de la teoría de cuerdas

4. Manos enguantadas como el resto del cuerpo, la mirada que atraviesa el plástico al igual que el aliento las fibras de polímero. La irrealidad sigue ganando el pulso: hemos venido a “despedirse”, ni siquiera a despedirnos

5. Plano figura. Sentada en la cama, con la mano derecha estira un mechón de su cabello; con la izquierda aproxima el cuchillo y de inmediato corta

6. Tampoco sabía que ese pelo pudiera crecer así, multiplicarse, enroscado alrededor del cuello los tobillos las muñecas






 










1. desde ese solo filamento del iris-aureola-ombligo, atenazando mis palabras mi garganta mi erección mi vulva

2. Si la escritura hubiera nacido con el firmamento como pizarra: quizá cada trazo una blasfemia, como los deportados a Siberia que arañaban con un hueso la palabra Зачем —«por qué»— en la corteza de los sauces

3. Vuelve el plano de conjunto. La habitación de hotel, mejor mirada, es una ruina inhabitable; la cama apenas un jergón, apenas techo. La cabellera, a medio metro de los pies, palpita al ritmo de la lluvia

4. Controla esas palabras / o mutarán en un poema // masas de sinsentido, de in-significancia / crean sus propios vasos sanguíneos / sus ritmos son arritmias del lenguaje

5. El corazón de mi padre colapsando y luego los riñones, los pulmones. Poca poesía aquí. Se podría describir todo el proceso que duró menos de dos días de manera que sintiéramos fascinación y horror por la fragilidad de ser un cuerpo un ser humano “con todas sus grandezas y miserias” pero tendría que lograr escapar del pasillo donde sigo dando vueltas esperando que una puerta de acero o de plomo o de granito se abra para poder “despedirse” de mi padre, la puerta no se abre aunque pulsemos el botón y se nos diga que esperemos porque esa espera forma parte de un enorme experimento burocrático o al menos esa fue la sensación gélida austera inexpresiva marcial incluso, como las palabras del doctor semejantes a un parte de guerra en el que se nos notifica que mi padre va a morir que no hay nada que hacer que un intento de traslado a quirófano tendría un índice de mortalidad del cien por cien que se nos ha llamado para que podamos verle por última vez aunque él no podrá vernos ya que está en un estado parecido al coma y pienso en la palabra coma y recuerdo la constelación de Coma Berenices y en la composición de música estocástica que lleva ese nombre la compuso un español que escribía ecuaciones en una pizarra para explicar sus obras basadas en fractales y pienso en la palabra catéter y me recuerda a catasterismo el fenómeno por el cual se nombra a una constelación como si un objeto o personaje al desaparecer fuera llevado al firmamento a las estrellas a la eternidad nocturna lo inventó Eratóstenes de Cirene para aplacar la ira de Berenice II quien se cortó la cabellera en tributo a Afrodita pero alguien la robó del altar, así que el astrónomo le dijo que ahora su pelo estaba entre los Perros de Caza, Leo y Bootes, ¿no lo ves?, está ahí, un cúmulo estelar casi invisible hasta el punto que solo Tycho Brahe logró  localizarlo diecinueve siglos después y pienso mientras la puerta sigue sin abrirse en el poema perdido de Calímaco que solo conocemos por una versión latina en la que el yo poético es la propia cabellera de Berenice es ella la que habla en el poema y echa de menos la cabeza de la reina pero está feliz de haber sido eternizada en las estrellas. Y vuelvo a sentarme a esperar y me pregunto cuál es el yo poético de un momento así quién habla por mí hasta qué punto podría considerarme dueño de mis pensamientos de mis minutos de mis horas mientras sigue la espera hasta que al fin la puerta se abre si la empujas, es pesada, maciza, hace pensar en un búnker, en la compuerta de un submarino, y unas horas más tarde mi padre moriría en esa sala de cuidados intensivos y firmaríamos un documento en que causa de muerte: covid19 para que mi hermano y yo nos deslizásemos hasta caer al foso de las estadísticas la caja de comentarios reservada a los que sobrevivieron pero vieron morir a los suyos de modo que la muerte de mi padre será un poderoso algoritmo que suscite compasión y silencio reverente en la palabra ajena hacia las palabras propias de manera que la poesía juegue con las cartas marcadas porque a quién no le conmueve estar vivo mientras mi padre no, estar tu padre vivo mientras el mío no, estar tu padre muerto mientras el mío también, se apuesta duro en este juego pero el lector se sentirá deslizarse hasta caer al foso donde se elogia “la cruda sinceridad” de mis palabras “el drama humano” de quien “se atreve al fin a hablar de sí mismo” es decir de “los Cinco o Seis Temas Universales” a los que la policía académica reduce la escritura: al parecer debo sentirme la primera persona cuyo padre muere de repente y así debo consignarlo en un poema porque eso demuestra que soy humano no una torre de marfil ni una máquina ni una extravagancia moral porque oh si muere mi padre en la pandemia eso te dice que yo soy como tú soy el ejemplo de lo que podrías ser o lo que eres o más aún lo que no quieres ser y a eso lo llaman compasión y ante eso se conmueven y convocan esa zona neuronal a la que llaman poética porque no conocen otra poética que la lágrima por alguien que no conocen ni tiene el menor interés en conocerlos pero buscan en la lágrima un espejo para conocerse de una vez por todas a sí mismos. Pero también puedo escribir de cuando tenía diecinueve años y mi mano sin guantes acarició en el hospital el pie de mi amiga, ella dijo tocadme el pie para despedirnos porque no sabía el alcance de esa despedida y la planta de su pie era la única zona de su cuerpo no alcanzada por el fuego del incendio y carente de profundas quemaduras, un pie suave, pequeño, indeciblemente dentro de mi corazón mi ser mi alma todas esas cosas que parte de ti aún quiere ver plasmadas en un poema; o puedo escribir que mi padre “por suerte no sufrió” no pasó por el martirio de la apnea el terror el aislamiento porque el virus lo exterminó casi sin más sin grandes gestos de retórica al contrario que el cáncer que mató a mi madre tras indescriptibles meses en los que al final haciendo guardia en su habitación yo solo podía pensar en sexo, dicen que en la proximidad de la muerte el instinto de reproducción se vuelve intolerable acuciante te recorre el cuerpo entero como un herpes aunque no fuera yo quien fuera a morir en esa cama y las horas crecieran como entidades físicas tangibles como celdas de castigo a veces diminutas como un puño a veces gigantescas, no daba tiempo en una hora a recorrerlas, y hubo una vez en que llegué a soñar semitumbado en la silla reclinable después de días de insomnio que copulaba con mi amiga muerta hacía entonces doce años pese a todas las vendas y las quemaduras y el dolor y al final llorábamos juntos y yo acariciaba las gasas que cubrían lo que fue la raíz de su pelo su larga melena negra que ardió más velozmente que sus ropas la noche del incendio y de repente mi madre despertó y me despertó emitiendo un sonido, un sonido, ese sería el verbo, emitir, algo que se arroja sin saber quién va a cogerlo, y sus ojos abiertos en el rostro demacrado al que la quimio despojó de cejas, y quizá si ahora mismo me leyera a mí mismo sin desprecio ni vergüenza ni deseos de borrarlo todo podría celebrar “al fin” “el lado humano” que se “desvela” al “lector” en este párrafo que temo terminar porque quizá no he prostituido aún lo suficiente el momento de mirar a mi amiga a punto de morirse a mi madre agonizar y a mi padre inerte como piedra, y pienso en las tres estrellas más brillantes de la constelación cuyos nombres no recuerdo pero puedo renombrar como la Madre, el Padre, la Amiga, y por unos minutos siento una calma más allá de toda pérdida, una serenidad casi inocente

6. Los científicos postulan que algunos eventos pasados —ya pertenezcan a la formación del agujero o a accidentes posteriores, como la caída de materia en él— pueden dejar un remanente






 









1. de inestabilidad dentro del horizonte de sucesos o en sus inmediaciones. «Nuestro trabajo abre la puerta a medir ese pelo».

2. Todo ese cabello húmedo, que ya desbordaba el colchón y trepaba por las paredes, me empujaba lentamente hacia la asfixia del orgasmo

3. …………

4. Si el sonido de toda esa escritura fuera una herejía, no una confesión; cada inciso en la corteza o la piel o la negrura del cielo sin estrellas el inicio de una conspiración —contra el mundo, contra la vida-muerte

5. El ritmo del poema / es la arritmia del lenguaje // un antirritmo // tiene los ojos atrofiados / como los peces abisales / mandíbulas que gritan hasta salir del cráneo / no es una imagen confortante / no ha llegado hasta aquí para satisfacerte / es una voluntad carente de sentido / es hambre y sexo y mutación

6. Plano general. La lluvia ha deformado las paredes, el somier se ha combado por el peso del óxido. La mujer de la cabeza trasquilada mira hacia el fuera de campo, hacia a la pantalla tres; lenta, inexpresivamente, aplaude






 









1. …………

2. La suavidad del pie. La constelación de Coma Berenices, que contiene la galaxia espiral M64, también conocida como Ojo Negro o Bella Durmiente. Vastos cúmulos de materia oscura en su zona sur, indicios de un gran cataclismo estelar. De nuevo el brazo de mi padre. Las cejas de mi madre. El ombligo-iris

3. …………

4. «Si quemáramos un libro, aunque el texto haya desaparecido, usando las leyes de la mecánica cuántica podría recomponerse por completo a partir de sus cenizas». Palabra a palabra. Nervio a nervio

5. …………

6. Mientras la lluvia / siga desintegrando / lo que fuimos