VI.
Paseo

JÈSSICA PUJOL









Por la Avenida Pedro de Valdivia hacia el norte el smog filtra luz naranja en la cordillera  reconozco tu sonrisa en la sonrisa de un transeúnte que sostiene un helado de vainilla como el tuyo teñido de violeta contra el mar cuando bajas por la calle Sant Antoni y la bola gotea por el barquillo como la saliva de las bocas de los perros vagabundos de Providencia o las parejas enlazadas que yacen en el pasto plástico de Andrés Bello a la orilla del río Mapocho en primavera o a la orilla de los charcos grises que reflejan los edificios de Kennington Park en septiembre cuando las hormigas empiezan a trajinar las migas de los barquillos hacia su reino del subsuelo y los cuervos graznan después de tragar el último gusano del verano esquivando sus diminutas cordilleras de tierra en el Parc Municipal y sus violentas alas negras insegura sobre si tumbar a la izquierda hacia el velódromo o a la derecha hacia el Costanera o dar media vuelta y continuar el paseo por las callejuelas que cruzan la columna vertebral de Providencia como bronquios ocupados en exhalar las emisiones de carbono del capitalismo que llevamos enquistado muy adentro de nuestra boca helada esquivando autos y micros y coches y buses y bicicletas y patinetes y conkers de los castaños en cada esquina y semillas de plátanos de sombra que bloquean la entrada de oxígeno en los esófagos desprovistos de antihistamínicos desencantados con las curas homeopáticas con la garganta seca los ojos irritados y los puños cerrados acelero el paso incómodo hacia Brixton por la Rambla hacia Lastarria por Eliodoro Yáñez y mis pasos se transforman en kilómetros y estadísticas del corazón en la aplicación de salud de mi teléfono que me acompaña siempre con poca batería a veces unas ruedas aceleradas me sorprenden al cruzar la calle y me empapan las piernas a veces la llovizna me quema el cabello a veces relámpagos iluminan el horizonte y levante empuja la manga de agua hacia la costa cobrándose la arena de las playas el plancton y el atún hasta que se pone el sol y mi piel al fin puede descansar del sonido de las bocinas el movimiento continuo de peatones los intercambios de sonrisas y un resabio de vainilla acaba de desordenar las calles que travesé durante la tarde ¿o fueron ellas que me travesaron a mi? Tintes filtros lluvia sequía erosión humedad pasto conglomerados alquitrán y una cuerda tensada desde qué calle hasta qué otra



(Del libro inédito El campo envolvente)