Un peral que da la pera blanca


SARA TORRES









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Si la curva de caída muestra el futuro del cráneo contra el suelo entonces alguna habrá
que enmoquete la piedra con su carne y acolche los huesos para recibirte

un peral que da la pera blanca, únicamente una, al final del invierno
una hembra habrá con sus pequeñas zarpas abriéndola en gajos

juncos altos como pértigas a los que me agarro para combarlos y con su impulso cruzar
la noche en el campo

era un gran cementerio de autobuses. llego hasta allí. luz de las seis de la tarde en
primavera. alguien me comunica que dispongo de quince minutos para tomar el té

me abrazo a su vientre que es una gran esfera y algo pequeño dentro se contrae. es
capaz de sufrimiento. en su incomodidad conectamos

dice: has sido madre
yo, que me rajé el útero para que no me reconocieran
que duermo con un cuerpo tan infértil como el mío

explica la suavidad de la piel. protege una bolsa de líquido caliente ¿lo llamé agua?
¿pensé que nadaba? o se estremecía renacuajo sin cola. seguro dijeron es como un sol
derritiendo la superficie. glacé en el pastel de bodas

yo que maldije el ritual
que me rajé los dedos para que escocieran sobre ellos los anillos
o que lo intenté. sí como gesto consabido
la ligereza duró sólo un momento

pudo haber respondido a mi pregunta
pero no lo hizo
salí de las nupcias vestida de negro
acre áspero   narcótico bajo la encía

un alacrán ocupa mi lugar
para evitar que lance su mordedura
he de fingir  
he de aprender el disimulo

el peral que da la pera blanca  
crece al revés

una hembra habrá



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Phantasmagoria: como encontrar de pronto un cementerio
donde una misma está encerrada

se ha tumbado sobre un suelo de cerámica azul mientras le orino en los muslos
¿cómo lo vas a hacer? pregunta antes
si me pides lo mismo necesitaré concentrarme. puede tomar mucho tiempo

si escupes hazlo silenciosamente
el sonido del líquido al caer
podría parecerse al desprecio

pero has de vaciarte sobre ella
y tú misma recoger lo que dejaste

es un sentido del ritmo
escorpión oculto para que pueda pasarte
las manos por los costados
sin que la otra lo imagine
os calmáis mientras desata
nudos con los dedos
luego el suelo se llena de hebras de pelo
que caen de raíz

quizás si abres una hendidura
y os plegáis a través de ella
no tendrás que lamentar el recorrido de las palmas
sobre sus pechos menudos