Tres trabalenguas teológicos

(y otro que quizá no lo sea tanto)

ÁNGEL CERVIÑO









En el curso de un viaje a un balneario alemán se vio atormentado
por la obsesión de pensar en la Santísima Trinidad cada vez que se
cruzaba en el camino con tres boñigas de caballo.1

Sigmund Freud, "El caso del hombre de los lobos"


I.

El tercer ojo me salió en un costado / debajo de la tetilla derecha / justo en el lugar en que la iconografía cristiana suele ubicar la herida de Jesús / provocada por la caritativa lanza de Longinos / no quisiera excederme en mis atribuciones ni forzar las derivas alegóricas / pero cada vez que puedo utilizarlo / esto es / cuando estoy desnudo o me subo la ropa / lo único que veo son las Obras completas de Sigmund Freud / una edición española de tres gruesos volúmenes / en los que alguien ha subrayado / con lápiz rojo y extremado esmero / todos los pasajes que abordan los recovecos de la economía excrementicia y el sadismo anal / el lector anterior parece sobre todo interesado en la naturaleza bipolar del sadismo (destruir / dominar) / y su correspondencia con el funcionamiento bifásico del esfínter anal (evacuación / retención) / lo que permite introducir en esas categorías puramente biológicas los contenidos simbólicos del don y el regalo / transustanciar la mierda en oro / y jugar con la avaricia y el despilfarro / tumbado en la cama cierro los párpados del rostro y leo con el ojo del costado / a la espera de más provechosas utilidades / mis noches de insomnio son ahora moneda de cambio en la modalidad de deuda aplazada.

 

II.

De todas las cuestiones teológicas todavía sin resolver / el Misterio de la Santísima Trinidad es sin duda la que menos tiempo me ha ocupado / quizá porque no me parece que tenga ningún secreto eso de ser tres personas distintas y una sola ficción verdadera / en mí siempre habla el narrador que no está obligado a justificar su presencia / una cámara de cine que pestañea / soy la sombra de la flecha que se cruzó con el rastro de la fiera / el polizón que duerme sin convicciones en la torre de vigilancia / el lenguajeador lenguajeado / la que se le hinchan los pechos cuando ve un lactante / en el apellido llevo la marca de lo incumplido / de la inútil espera / de la inmadurez que se aferra / un cervatillo que muere de viejo / Falso Equilibrio era mi nombre de guerra / (¿no fue Ariel el que dijo "a veces me dividía para arder en lugares distintos a un mismo tiempo?") / tempestades colindantes / hay muchas vidas en el museíto de la atención / y la sucesión rápida de las máscaras compone la imagen de un rostro / he sido el retén que faltó al recuento / el funámbulo que debía subir al plató después del tragasables / el oficiante que se acomoda la barba postiza para la siguiente función litúrgica / a un tiempo raíz y pétalo / una trama de andenes con servidumbre de paso / un sistema de exclusiones que conserva el molde de todas las posibilidades desechadas / en cada escondite la voz desdobla los ecos / captura nuestro temblor la palabra en su corazón de brújula / polinización que sigue viaje / ¿se puede escribir algo que no sea un poema?



III.

Aún no había cantado el gallo y ya tres veces Pedro negaba / tres veces se oró en el Monte de los Olivos / tres eran las cruces del Gólgota / y tres las horas de oscuridad que siguieron a su muerte / al tercer día resucitó / tres veces el Maligno lo tentó en el desierto / tres Reyes Magos viajaron desde Oriente / y tres fueron los regalos que trajeron / tres las personas de la Santísima Trinidad / y tres su inversión en el espejo (Mundo-Demonio-Carne) / la Ley se dictó al tercer día en el monte Sinaí / tres las religiones del Libro / cuando Eva vio la manzana apreció en ella tres cualidades / buena para comer / agradable para la vista / y codiciable para alcanzar la sabiduría / tres son también las virtudes teologales / el número tres se cita 467 veces en la Biblia (que esta cifra no sea múltiplo de tres parece un descuido imperdonable) / tres fueron los hijos de Noé / tres los amigos de Job / y tres los invitados de Abraham / Jonás estuvo tres días (y tres noches) en el vientre de la ballena / el legionario romano que ganó a los dados el manto de Cristo sumaba hasta ese momento tres días de mala racha / cuando se separaron las aguas del Mar Rojo tres hebreos impacientes perecieron ahogados / tres veces se burló Sansón de Dalila ocultándole el secreto de su fuerza / pero acabó confesándolo porque su insistencia "le producía un tedio de muerte" / hasta tres veces he utilizado en mis propios textos la imagen de la zarza parlante que arde sin que la consuma el fuego / una Navidad me dejaron colocar entre el grupo de pastores del nacimiento tres apaches de plástico que pronto se desenvolvieron con mucha naturalidad en la escena / el día que recogimos el belén la bolsa de indios y vaqueros se enriqueció con tres ovejas tumbadas y un pozo de cartón piedra / la bandeja en que presentaron a Herodías la cabeza degollada del Bautista había contenido el día anterior tres naranjas y dos pomelos / más atrás de la tercera fila de Bienaventurados las aglomeraciones de almas dificultan la contemplación del rostro de la divinidad.



IV.

Sueño que he sido invitado a recitar los tres textos precedentes en los intermedios de un multitudinario Festival Comarcal de Rodeo en las afueras de Dallas / leo en español / pero todos parecen entenderlo / incluso demasiado / todavía no había terminado con el segundo párrafo y ya azuzaban contra mí a varias partidas de predicadores albinos / que se desgañitaban al frente de una estampida de búfalos casi planos / como hechos de tableros recortados / por los flancos encauzaban la manada media docena de sheriffs pasados de kilos y entrados en años / cabalgaban con el rostro empañolado / maldiciendo el polvo y enardeciéndose a gritos con las radiantes mañanas de pesca de su inminente jubilación / conseguí zafarme a la salida del pueblo mimando el gesto estoico de un cactus gigante / presuroso volví a la grada y en un vomitorio me disfracé de animadora / enseguida se reanudó el espectáculo / se sucedieron los vaqueros recién rasurados / altos y flacos / uno tras otro inmisericordes los toros los pateaban / cuidando de no pisarles la cara / al parecer es clausula obligada en todos los contratos / la noche que siguió fue memorable / corrió el Whisky y el ponche humeante escanciado por rubicundas matronas / botas de cuero español y jigas irlandesas / bailé hasta el desfallecimiento / las peleas también fueron fenomenales / como pude defendí la honra a patadas enseñando bien las bragas / regresé al motel con las primeras luces del alba / renqueante y feliz / pero si ahora mismo se me ofreciera la opción de reencarnarme / y probar una vida nueva / sin duda elegiría ser uno de los tres silenciosos payasos de rodeo que socorrían a los concursantes derribados.





1CODA: quizá resulte de interés para algún lector anotar aquí que el mismo paciente del doctor Freud que en el epígrafe se sentía atormentado por las tríadas de excrementos de caballo, padecía serios trastornos intestinales y "pasaba meses enteros sin defecar espontáneamente ni una sola vez, por lo que se había habituado a las irrigaciones, que le eran practicadas periódicamente por uno de sus criados. Se quejaba principalmente de que el mundo se le mostraba envuelto en un velo, o de hallarse separado del mundo por un velo; y este velo se rasgaba tan solo en el momento en que la irrigación le hacía descargar el intestino. Durante los cuatro años del tratamiento analítico, el sujeto no consiguió hacer una sola deposición espontánea."
(Sigmund Freud, Obras completas, tomo II. p. 1981. Biblioteca Nueva, Madrid, 1996)








(Del libro La explotación industrial del gusano de la seda, de próxima aparición)