Trece lecciones sobre urbanismo RODRIGO GARCÍA MARINA A Maryori, la amiga
de mi tía Marta,
que se la llevó un camión cuando apenas alcanzaba los cuarenta. Pues por mí que lo peatonalicen
todo. Que empiecen por la Avenida Mesa y López y
continúen por paseo de Chil hasta la casa del bueno de Ale que
aún busca el amor debajo de las piedras. Y en las tinajas de
vino pues que allí también peatonalicen la superficie
para que nadie nadie pero nadie resbale o —lo que es más
importante— se hunda. Que peatonalicen la entrada de la
comisaría. Que esos hombres fuertes [y esas mujeres] hagan
bocina con la lengua mientras corretean de un lado a otro buscando
piratas. Que peatonalicen el risco para que así a las viejitas
las carguen aupadas en las jorobas de todos sus nietos drogadictos pero
que ningún coche les silbe [los drogadictos y sus huesos de luz,
Lenore Kandel]. Que peatonalicen desde la ciudad baja hasta el hospital
Militar y mis nenes relocos puedan bajarse al pasito hasta el parque
Doramas a jugar al pañuelo pese a que tan rápido se
cansen. Porque se cansan de cosas: de estar en el mundo. Que les
peatonalicen la montañita entera donde tan apartados los tienen
soñando [también te digo, casi mejor apartados que a
puñetazo limpio en la escuela]. Que peatonalicen la envidia. Que
de tanto peatonalizar las ambulancias se marquen un paso doble y un
Espaliú, y estiben [así las enfermedades dejan de
ocuparlo todo] en cadenas de procesionarias —esas orugas tan
lindas— a los sidosos, a los relocos y a todas las mujeres a las
que se les ataca el corazón al menos una vez en la vida. Que
peatonalicen los corazones para alcanzar a todos los pibes que caminan
con su chándal y entreabiertas las piernas. Y también a
los pibes que se maquillan. Y a los que tienen panza en media luna y
pelitos por toda la espalda [algunos tan suaves]. Y a los pibes con un
coño precioso. Que peatonalicen la calle de Paula como cuando
allí rodó Brad Pitt así cuando salgamos
«piripis» [esta palabra debe resultar graciosa] no tengamos
la tentación de subirnos en los capós de los Mercedes y
gritar que el mundo no es suficiente. Que peatonalicen el anarquismo.
Que peatonalicen aún más para que los padres de Ernesto
puedan llenarlo todo de mesas de latón y cafeses con leche. Que
si nos prohíben en las conversaciones de mesa no sea por no
peatonalizar lo suficiente. Que a ningún paralítico se le
diga «levántate y anda» sin ponerle el nombre de un
bulevar o algo por el estilo. Que la calle se infecte de
prótesis y lisiados. Que ya ningún coche pite a las putas
de detrás de casa cuando cruzan en rojo. Que por mí se
extingan los coches y los estegosaurios vuelvan. Y las aceras. Y los
permisos de conducción: perdone,
señorita ¿puedo tomar este carril? ¿justo este es el carril correcto?
Y que de tanto peatonalizar no queden direcciones. Que se escriban
primero manifiestos [después verdaderos paradigmas] sobre la
fenomenología de la peatonalización. Que a la autopista
también la peatonalicen y se pueda salir de las ciudades
corriendo. Que —de hecho— se pueda salir de las ciudades
sin que las vías que llevan a algunos sitios [siempre
concretos/ados] prohíban otros tantos. Y que lo que quede en
señal de un mundo que fue compartido [más bien disputado]
por conductores y peatones, lo ocupen los que todavía cabalgan o
cargan en borrico, los ciclistas torpones [ay, justo aquí el
sujeto poético se incluye] y algún que otro monumento a
las víctimas del holocausto atropellacionista. Pues es en el
suelo donde los arbolitos [también las secuoyas] eligen vivirse.
Que toda relación quede peatonalizada y así —como
los capullos de la madreselva bajo la que crecimos— cualquier
relación se abra y de lugar a todos los perfumes.
Pero sobre todo que vuelvan los
estegosaurios y que traigan al mundo un olor nuevo [o muy viejo [es
decir, tan viejo tan viejo tan viejo que haya sido olvidado] depende
cómo se mire]: el olor a estegosaurio. Y que se abran tiendas de
fragancias estegosaurias y en Halloween el truco o trato lo pidan
disfrazadas de estegosaurio, en fin. Que por mí lo peatonalicen
todo, [absolutamente todo].
…
El día que dejé la cama de
invitados para empezar a dormir en la tuya, volvimos a poner los
cuadros que habías pintado sobre el somier. Nunca te
conté —y justo ahora lo escribo— que jamás
había compartido, durante un tiempo lo suficientemente
prolongado, un lecho. Me refiero lo suficientemente prolongado como
para que resignificara. Lecho ahora pasa a denominarse hogar. Y toma
nociones físicas y semánticas de lecho. Y toma nociones
físicas y semánticas de hogar. Y genera
[llamémosle así] una particularidad [una
prótesis]. Fue entonces cuando también ocurrieron otras
cosas, por ejemplo, a través de cómo tú mirabas
aprendí a mirar. Mirábamos los cuadros de Pollock, los de
Rothko, [pero también los de Hedda Sterne y Barnett Newman] como
si ahora los colores tuvieran que ser esos. Los colores también
empezaron a hibridarse en significados otros [menuda telaraña].
Pues yo miraba a través de tus ojos azules pero eran mis ojos
castaños pues los que miraban. He de contar —justo
ahora— que jamás había hecho mi cuerpo a otro
cuerpo y en este sentido la corporalidad misma ahora habla en otro
idioma. Por eso el poema es el espacio perfecto para confesarse. Porque
el poema contiene su propio idioma. Su propia verdad. La verdad es una
larva. Cada larva es un idioma que viene al mundo a entender.
…
Realmente nunca he dormido con Terry pero el otro día cuando me invitaba a estar con él si algún día decidía mudarme, pensé en todo esto un poema contiene las verdades y las falsedades trata la pregunta del futuro con el peso de la narrativa pero siempre habla por su propia verdad y a todo esto: el amor el amor es la metamorfosis y en el poema todo ser viviente está hecho de deseo. …
Así es como peatonalizar es una
resignificación de homosexualizar. Pues en otro espacio donde la
economía heterosexualizante no opera, hay un hueco para la
ternura [agradecimientos a Sejo Carrascosa].
…
Todo poema incurre en una
temática dada [la literatura de hecho es una expresión de
las normatividades]. Por ejemplo, este poema habla
explícitamente sobre las larvas [los poemas —por
tradición— suelen hablar desde lo implícito, en ese
sentido disfrutan ocultando cosas, pero no siempre]. Es por eso que el
poeta elige, por ejemplo, una evocación de la larva [una
narrativa] que podría ser:
1. la eclosión
como nacimiento de (…)
2. la metamorfosis
como cambio hacia (…)
pero también la taxonomía de las larvas es posible posible porque las palabras que designan los tipos de larva son, en cierto modo, bellas y ocupan su propia verdad y aún nadie las ha peatonalizado. …
Vermiforme: ha nacido un poema untado en
leche. El médico dice «esto es vérmix». Estoy
enamorado de un hombre en el mundo. Estoy enamorado de todos los
hombres del mundo. Por mí que el amor además de ser
«el mismísimo fuego» [Pablo de Tarso/Berta
García Faet] sea la luz. Y por pedir que no exista hombre.
Campodeiforme: por mí pasear de
la mano de Sergio y [de la mano de su novio] por el Raval mientras
todas las madreselvas se abren. Los olores más viejos y los
más nuevos son uno [Agradecimientos a Porfirio por su amor
declarado a Plotino]. Y que todos los chavales nos silben, y esto nos
haga reír.
Eruciforme: Margot es un volcán.
Estoy enamorado de una cíborg XF (xenofeminista) precisamente
porque también soy XF. Bajamos de la pastilla con cuidado para
no romper ninguna cosa. Qué entusiasmo [todas le debemos algo a
Remedios Zafra] ser una prótesis del amor y del éxtasis.
Ser María Magdalena en los ojos de Michelangelo Merisi da.
Elateriforme: no sé cómo olerá Sergio. Si a madreselva o a estegosaurio. Ojalá que le publiquen otro libro de poemas hablando de olores y culos con forma de fruta. Escarabeiforme: el techno es mi pastor, nada nos falta [a esta tradición nacionalcatólica tan pesada y a Djego que ha visto a sus amigos entrar en sala Ballesta y no volver]. De la larva: escarabajos verdes que hablan del sol nubio. Si resucitamos es porque hemos venido a resignificar. Fue el deseo el que sobre la roca esculpió Lalibela. …
Víctor —para ser otra cosa en cierto modo: revolucionaria— regala flores. Ha venido al mundo a cuidar de todos los hombres posibles. Yo soy todos los hombres posibles. Yo no soy ningún un hombre. Nos levantamos y andamos aunque nadie nos haya ordenado nada
por esta ocasión.
…
soy la zorra de Adán soy la zorra de Isaías soy la zorra de Alejandro soy la zorra de Sócrates soy la zorra de Lucrecio soy la zorra de Agustín soy la zorra de Omar Khayyam soy la zorra de Wilde soy la zorra de Balzac soy la zorra de Rimbaud soy la zorra de Poulenc soy la zorra de Proust soy la zorra de Britten soy la zorra de Genet soy la zorra de Buñuel soy la zorra de Turing soy la zorra de Wittgenstein soy la zorra de Foucault soy la zorra de Perlongher soy la zorra de Oskar Pastior soy la zorra de Harvey soy la zorra de Espaliú soy la zorra de Vidarte soy la zorra de Rafael-José Díaz soy la zorra de Rau soy la zorra de Ángelo soy la zorra de Mora soy la zorra de Maján soy la zorra de Aimar soy la zorra de Blatt soy la zorra de Monroy soy la zorra de Rual soy la zorra de Sergio Espinosa [y
de su novio]
soy la zorra de An Huesosoy la zorra de Álvaro Prados soy la zorra de Espirita soy la zorra de Cózar pero sobre todo soy la palabra de Dios soy la zorra y soy el pecado del mundo. …
¿Viste?, el mundo reloco. Justo
estas larvas que tenemos se transforman en estegosaurios.
Por mí que después de homosexualizarlo todo, la homosexualidad se extinga. Que no quepa ninguna lógica. Que los meteoritos caigan sobre los seres sintientes. Y que el sentir sea otro. … «Cordero de Dios que quitas el
pecado del mundo danos la lluvia»
[Rodrigo en otra parte]
…
El día que un neonazi me parta
los dientes pienso pedirle al ratoncito Pérez —o al
niño Jesús— que me borre de marica y me apunte a
lesbiana. No a hombre, ni a guei, ni a mujer, ni a marica de nuevo.
Mucho menos a natación. Que me apunte a lesbiana.
…
Pues por mí que lo
despeatonalicen todo. Que retiren los suelos, que se discuta sobre el
momento adecuado, que ninguna esté de acuerdo. Que la vida quede
en obras [irresoluble]. Y que nadie, nadie muera en las calles por el
atropello. Y que —si por algún casual no se cumplieran
nuestras plegarias— todas, en su memoria, bailáramos
techno y nos besáramos, celebrando la transición de los
cuerpos que nos abandonan con los cuerpos que aún quedan. Porque
eso es algo muy propio del comportamiento de las larvas. Celebrarlo
todo [especialmente el amor o la necesidad de expresar que se ama y se
desea porque se está vivo], y habitar tantos géneros
posibles como larvas pueblan la tierra sobre la que la lluvia ha
escrito esto.
Ah, y también oler mucho
—muchísimo— a como debieron oler los estegosaurios.
…
Por mí que si puedo pedirle otra
cosa a la mala rata esa, sea un hurón [de lo más suave] y
que ni Sergio [ni su novio] jamás de los jamases huelan como
debió oler Gustavo Bueno.
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