Ternura en cinco anomalías


LAURA GIORDANI










La pura ternura me cura
porque derrite el corazón
 y te crece uno nuevo.
Carlos Borra Giordani


I-con tiza rosada

Cada amanecer se abren paso por el aire endurecido, de espaldas a esa ternura que llevaría sus huesos al colapso. Ciegos al temblor de la manzana justo antes de caer al suelo, sordos a las vísceras que todavía murmuran bajo la luz de los interrogatorios. Agonía del blanco sin penumbra para refugiarse.

La ciudad reanuda su latido con la sangre de los niños confinados en los sótanos, desguace de la infancia. Mudo salmo de los desguarecidos.

 [despertar de este mal sueño de vientres y fosas.


La niña escribe con tiza rosada en las celdas del corazón, caligrafía ajena a la diaria matanza de estrellas.

[No dejar de escuchar su llanto, acunarle con brazos de amapola azul cada día.




II arritmias


Ternura viva de los vivos: ausculta arritmias en el corazón de la piedra, en el cuerpo ya frío sobre la mesa de metal. Amansa los pies con su marea y ofrece siempre la otra mejilla: seda que desarma la ira de los que juraron venganza.
Besa al tirano en la frente en su vejez, le acurruca como un feto bajo las sábanas hasta licuarlo ante los ojos atónitos de los insectos nocturnos.
Todos los males son hambruna de su leche rosada y tibia que adormece.




III Descalza sobre cristales rotos

Retira con delicadeza los pétalos aplastados en la suela y avanza descalza a sin herir sus pies por los mostradores del desahucio y las salas de espera de los tanatorios, mira a los ojos a esos pocos que pueden sostenerle la mirada.


Bajó por las arterias, se extravió en las líneas de la mano izquierda y en un pliegue del miocardio fundó su reino de tacitas rotas.

[Vengo a bautizarme en tu mar antes de que se evapore del todo. No sabes la sed
que hay cuerpo afuera, todos se secan y yo con ellos.




IV Por cartografías blandas

Resiste en ciudades que ningún satélite puede localizar, los desorienta y humaniza la voz que ordena: “Siga quinientos metros y su destino está a la derecha”. Allí, en la cuneta, el perro recién atropellado nos miraba como esperando una respuesta. Cuando seguimos sus instrucciones nuestro destino tiene la cara mojada por el llanto.   
 
Extiende sus peldaños de seda desde el vientre para que descendamos a lo que en verdad somos. Ternura que nos extravía por sendas que se abren y desdibujan con la trayectoria de nuestros pies descalzos.




V No confinable, no maderable


Todavía desmadeja lana para las madres que tejen insomnes, sin noticias de los desaparecidos. Suspende el silbido del afilador, hasta que todas las tijeras caen flácidas a tierra. April, the cruelest month, la flor abre sus axilas perturbadoramente tiernas. En su interior, todo es circular: calles que se pliegan sobre sí mismas ensimismadas en el perfume, una ciudad de niños que cierra sus párpados mientras suena la romanza 94 de Schumann.


Ciudadela blanca
círculo no-se-pasa de los idiotas
anomalía azul en el pulso de los que creíamos muertos
nos hace decir palabras nunca pronunciadas
desde algún cielo detrás de la lengua
traza constelaciones benevolentes
entre la mirada de los crédulos
 y estrellas lejanas
entre estas manos y la herida ajena
hasta palpar eso que llora
en el interior del hueso.

Montecito no maderable que resiste vientre adentro.