Sin órbitas


VALERIA CERVERO










A Yago y Ligia

No puedo caminar
pero sí puedo volar.
L.W.




Él cuenta la historia,
guía el juego en su palabra.
Del patio al río, al tren,
al bosque, al castillo: todos
los lugares de la aventura.

Ella regala sus preguntas
para que la magia sea.
La rama-varita crea el mundo
y sus posibilidades.

Todo el verde
en los ojos y en el suelo.
El sol del mediodía da luz a la luz.









Pisábamos la playa
cuando apenas el sol amenazaba
la línea del comienzo.
El fresco resbalaba
en mi campera verde. El pelo
atado hacia atrás para que no volara
con la primera brisa y pudiera observar
toda la humedad de la arena en ayunas,
los olvidos del agua,
ese hueco sugestivo en el suelo,
su burbujeo.
En la bolsa guardábamos caracoles
y cada uno sumaba una historia al verano.
Papá cada vez compartía la búsqueda
previa al desayuno.
Antes que volviéramos a nadar.