Ritmo de a tres


SARA TORRES









Lo que faltaba por decir no era claro. no era justo pronunciar “duele”, “luego me dejaste como en un silencio”, pero lo empujaba como zona de presión que genera incomodidad sobre el cuerpo que procura distenderse. esta escena no habla de ti y sin embargo has de mirarme. tú sola te colocarás en el centro. aceptarás el texto, el don fatal, el atributo. como si fueras tú quien me lo hace: el estallido de alegría, la bajada de ánimo que me deja un cansancio vapeando en los ojos.

recordaré que de regreso a casa hablaba del futuro casi sin culpa. prácticamente sin preguntarme desde qué extraña tranquilidad podrías tú mirar hacia la vejez con calma y con justicia. me percaté entonces: paradójico poder proyectarnos en un futuro incierto sin estar, con toda la necesidad de ese momento, hincando tu lengua en mi boca. intentando encontrar un final y un comienzo a todo.

hay una alegría que agota los recursos pero tras el descanso siempre produce más.  no dije que lo que seguramente andaba buscando era lo más parecido a un encuentro total, bruto por ofuscamiento, un foco sin contexto. era cuestión de atención: quise el empuje de un cuerpo totalmente atento, un ritmo redondo a tres tiempos, el volumen de tus hombros y tu espalda viniéndose sobre mí. carne pulsada contra el mullido, intentando atravesar una membrana de contención. un momento completo, un enfoque intransigente que acompaña a una progresiva desaparición de campo. donde la perspectiva se pierde. donde sentir todos los dedos, dirigidos, accionarse. quise horas de desnudez y quise un avance lento y minucioso, algo aburrido e incluso exasperante. luego moverme bajo el golpe de tu palma y sentirme sujeta, todo el peso sujeto, toda la sujeción materialmente posible.




el silencio en que quedó su cuerpo. ha escrito ‘su cuerpo quedó en silencio’. el silencio, lustrado bajo el agua.

movía las manos bajo el caño en el fregadero. se acercó por detrás. lamió en torno al labio, sobre la barbilla.

por el centro. hacia los lados. la casa
una puerta. que cruzó. para irse

una casa es una puerta y un hueco. un agujero para evacuar. un yacimiento que recogerá:

bolsas húmedas de té, pelo, uñas.

tuyas, casi siempre. las acomodará.

en sus esquinas. estará tu pelo y también el suyo.

los diferenciarás. casi todas las veces. su más oscuro.
tu. más. endeble.

eran los platos de la cena. los del desayuno. frotaba contra ellos las manos enguantadas y la esponja.

así, dijo. un pequeño giro. marca un desarrollo imprevisible.

ayer empujaron el corcho. hacia dentro. en la botella.
el líquido salpicó la meseta. marcó las puertas del hornillo. llegó a tintar el suelo.

dile a ella. que vaya. hacia los matos.

no era ella. preguntaron. no respondió porque no había.

algún giro. alguna que otra vez. se complica.
erraron. a veces yerra. la gente.
no huelen la corteza. antes. de cortar el árbol.  

un niño entra al maletero. sale una niña. llevaba corto el cabello.

no pronunció su nombre. no pronuncies. su nombre.

a veces las esquinas se acolchan. las paredes mullen. para recibir los golpes.

“golpe”. no dice nada. en sí.
 o era una embestida.
un crisantemo
 un empuje.

algo que encontramos en el placer. fuera del coche. lejos del mato donde llamaron.

una. cadena. de

algunos saben tierno. saben duro. saben rico.


bajo un sol de mañana.


ves. la mano. que empuja.
pues la tiene. la avanza.
la hunde.

luego marcha
y tu cuerpo queda
como en un silencio