Las viejas ventanas


JULIO MAS ALCARAZ









Toma mi mano, aunque esté fría y el sol apenas caliente. Dame la tuya quebrada, la misma que me acariciaba cuando no existía la vergüenza. Tienes la gratitud de las páginas que se leen por primera vez y por eso he regresado. No sé si será posible que nos entierren bajo el mismo faro, alejados de los profanadores, sin carteles ni mármoles. Aquí no llegan las plegarias, pero alcanzan los abrazos y no sería la primera vez que inicias la marea alta. Yo te quiero, de esa manera que la tierra quiere a los campos ennegrecidos y a las flores que el viento arranca en la tempestad. Es un amor más de silencios que de viejas ventanas y es cierto que la luz ha sido generosa con nosotros. En el instante en el que cese el viento, caminarás con dificultad sobre la arena y no sabré si quedarme a observar el deshielo en el río o tender tu vestido negro en las paredes de la ermita.