La costurera FRANCISCO JOTA-PÉREZ A mediodía, el almuerzo encaja entre los avisperos
—el ocaso ya advertirá sin
ánimo sobre el cariado
en las articulaciones, de
momento hay hambre y cansancio y la justicia pequeña del querer
roto y desmenuzado, otra vez, otro mediodíaPor una hora sin vacíos: la rueca en el ambulatorio,
asimetrías, el derrotero del salvaje capricho de la tarde a
media
sombra Y el retal naranja de la ventana, cercano, penetrante, cercado en grados de rojo que desean rimar con los que se han perdido por el camino
—aquellos ausentes ahora hechos de
hilván y palo,
se realiza cuadro a cuadro, variando
ligeramente la posición de los muñecos, o recortes de
imágenes o dibujos, en cada captura de imagen y en función del movimiento, adecuada al argumento o mensaje Por una hora sin vacíos: el patrón pulido, carcoma, la
siega de las sonrisas en la ropa nueva, lo claro
Pornografía de trebejos que redime de ciertas formas adoptadas por el hollín que atora la garganta por estas fechas año tras año tras año
—la muerte del hijo y la culpa embozada
en la lotería
Por una hora sin vacíos: una gota marrón jaspe en las
sábanas, la sensatez demente de hoy, quién corta las
telas
de los lugares apenas entrevistos
Ahora tan vieja, ahora que la hebra se ha enredado de tantos modos distintos y luego se ha quemado, ahora que el moho en los labios de la entrepierna es verde oscuro casi púrpura y segrega una crema agria con olor cáustico que perfuma sutil la casa
—el cuidado como una religión que
reboza los
tomé y no
usé una luz aún por brillar
Por una hora sin vacíos: significa que un hogar cerrado es
hermano de la gazapera
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