h  i  l  o


JORGE COCO SERRANO

















I



.se  conoce  como  zombie  al  animal
cuya  muerte  ha  sido  constatada
y  que  al  poco  tiempo  se  le  ve  vagar
con  sus  mismas  carnes  por  este  eterno  laberinto.
 

La princesa Ariadna desata una vena del ovillo de sus entrañas para alumbrar a las bestias por el laberinto. Arrojados al destino, dominados por una profunda sed, fiera encuentra fiera. Encarnizados crujen sus carcasas, crúor; linfa sobre sangre, cuero sobre piel.

Con la cabeza de Teseo sobre sus hombros, se contempla con ternura el monstruoso Minotauro en el reflejo de la sanguaza:"¡Mira Teseo uno como nosotros!". Enredado en la vena de Ariadna, grita desgañitado Teseo desde las vísceras del Minotauro:"¡Princesa prometí llevarte conmigo!".

La enamorada Ariadna ovilla su vena hasta dar con el Minotauro. Al ver que duerme saciado de carne, abre sus morros y entra en busca de su amado. Dentro de las tripas del Minotauro, la princesa zurce con su vena los restos de Teseo, devolviéndole la vida. Ariadna con un brazo arrastra como puede al convaleciente Teseo, y con el otro, despeja el hocico del Minotauro para poder escapar. Casi a punto de salir, Teseo se suelta de su brazo y huye repentinamente sin mirar atrás. La desconcertada Ariadna se enreda en su vena, resbala y vuelve a los abismos del engendro. Al ver que Teseo no regresa a rescatarla, grita resignada una y otra vez: “¡Amado! ¡Teseo!, ¿cómo encontrarás la salida sin mi vena?”.

Desprendidos al destino, dominados por una insondable sed, fiera vuelve a encontrar a fiera. En la pugna sanguinaria crujen osamentas, crúor; linfa sobre plasma, piel en secreción. Con la cabeza del Minotauro sobre sus hombros, se acicala Teseo en el reflejo de la sanguaza:"¡Mira Minotauro uno como nosotros!".













II


.hurgo  mi  carne
y  sólo  veo  tu  rostro.


El monstruoso Minotauro desata una vena del ovillo de su corazón para alumbrar a las bestias por el laberinto. Arrojados al destino, dominados por una profunda sed, alimaña encuentra alimaña. Encarnizados crujen sexo sus carcasas, crúor; linfa sobre sangre, plasma sobre piel.

Con la cabeza de Ariadna sobre sus hombros, se admira seducido Teseo en el reflejo de la sanguaza:"¡Mira princesa una como tú!". Enredada en la vena del Minotauro, grita desgañitada Ariadna desde los intestinos de Teseo:"¡Minotauro! ¡Hermano!, ¡no me dejes con él!".

El Minotauro ovilla su vena hasta dar con Teseo. Al ver que dormita saturado de carne, abre sus labios y entra en busca de su hermana. Dentro del estómago de Teseo, el engendro zurce con su vena los restos de Ariadna, devolviéndole la vida. El Minotauro con un brazo arrastra a su convaleciente hermana, y con el otro, despeja las fauces de Teseo para poder huir. Casi a punto de salir, Ariadna se suelta de su brazo y huye inesperadamente sin mirar atrás. El aturdido Minotauro se enreda en su vena, resbala y vuelve a las honduras de Teseo. Al ver que su prójima no aparece para ayudarlo, brama resignado una y otra vez: “¡Ariadna!, ¡querida hermana!, ¿cómo encontrarás la salida sin mi vena?”.

Desprendidos al destino, dominados por una retorcida sed, fiera vuelve a encontrar a fiera. En la pugna sanguinaria crujen osamentas, crúor; linfa sobre plasma, piel en secreción. Con la cabeza de Teseo sobre sus hombros, se admira excitada Ariadna en el reflejo de la sanguaza:"¡Mira Teseo uno como tú!".











A mi amigo Picasso (toro-hombre)
por permitirme “(d)esbozar” sus dibujos: THE MINOTAUR
Laberinto de Lavapiés 2018 / Aún verano y no.