Fábula del cuerpo múltiple 

ÓSCAR PIROT 









Ahí vienen trotando tras la niebla trenzada los cinco lobos grises de la tundra. Mi cuerpo tumbado y desnudo los espera como una sombra congelada en el valle. Estoy boca arriba mirando el lento naufragar de la noche. Uno a uno toman sus posiciones hasta rodearme con sus boscosas miradas. El primero de ellos se acerca a olfatearme, enseña los colmillos y en ellos intuyo el brillo de un esmalte de hielo. El segundo se queda quieto sin apenas percibirme, pareciera un fantasma de terciopelo ausente de su propia existencia. El tercero me enseña sus garras sensuales como una armadura medieval. Yo parpadeo sin mover más que el iris ansioso de una blanca tormenta. Entonces el cuarto lobo salta sobre mi pecho, siento sus patas delanteras violar el peso infértil de la luz sobre mi tórax. Pero el quinto lobo no aparece, porque el quinto lobo no existe, porque el quinto lobo soy yo mismo devorándome en una fábula que ya no se sorprende ante mi propio cadáver.