El taller de la crisálida BEGOÑA CALLEJÓN y RUBÉN MARTÍN ESTADIO DE PRONINFA El que contempla un círculo demasiado despacio —no así: más lento, más débil, no impongas la mirada, hazla retroceder—, sabe la imperfección
del propio cuerpo es invadido de blancura comienza a no mirar sino los bordes de su respiración ahí adentro La arruga de la mujer se convierte en arruga de larva. Pómulos rosados y curvas inacabadas. La ausencia del grito ante el depredador.
Ojos insomnes que esperan el canto de las
cigarras. Pintura blanca sobre lienzo negro. (Un paréntesis.)
LA VIAJERA HA COMENZADO EL TRÁNSITO DE LARVA A IMAGO Se terminó, los muertos
encienden la radio. Soy tu putita
descalza. Me cambio los párpados en un tren nocturno.
Quiero que me arresten. Que mis tobillos sean uno: para la tarde, para
la cena, para la carne, para tus besos, para el alma, para todo aquello
que hiciste sangrar. Descanso fuera de mi cuerpo ¡empújame
con tu lengua! Me nutro de tréboles caídos del cielo.
Nuestra enfermedad me enfurece, mi cabello chamuscado escucha una voz
extraña ¿eres tú? Mis dedos acarician este
matadero en la mañana gloriosa. El bebé se ahoga entre la
arcilla y llega la parálisis. Me vuelvo fría. We moved like two birds on fire.
Los cables cortan nuestros sexos jóvenes con lentitud. Tus manos
grises, un palacio de marfil ,
ovarios de mármol. Se terminó, los muertos encienden la
radio. Soy tu putita descalza.
Lavemos y planchemos nuestras almas muertas.
Los vagones vacíos salvo una pasajera; o eso percibe ella mientras el tren no se detiene en estación alguna recorriendo el intersticio mental que separa dos ciudades. Una de ellas duerme, la otra es su sueño. Si despierta. Si despierta será el fin de eso que llaman vigilia. La pausa; el interludio; la fosa
común del pensamiento, ahora abierta°. Puedes tocar
diferentes texturas. Aquella idea es afilada, esta rugosa, la otra
semejante a tibias vísceras o nudo de serpientes.
° Pero los
transistores continúan emitiendo cada cual una emisora diferente
hasta abarcar todo el espectro audible –a lo largo del tren. Su
amalgama de voces y ventisca de ruido se comba hasta formar,
eléctrico, el útero de una transformación.
“Abolida la nada, queda el castillo de la pureza”. Stéphane Mallarmé. Se alza aquí, tu aliento ahora recorre sus pasillos. EVOCA CON PUDOR UNA DE SUS METAMORFOSIS ANTERIORES Al retirar la palabra coleóptero de tu boca
–con los dedos– y acercarla a la boca de mi mente,
comencé a temer al vacío.
Koleós, una caja, pteros,
un ala. Así que abrí la caja y metí dentro
abdomen, tórax, genitales, el despliegue de la larva hacia el
imago, escleritos separados por suturas, la saliva, su inestabilidad.
Mi mandíbula, robusta, ahora tenaza. Ojos compuestos, capaces de
atrapar los movimientos rápidos y desmembrar la luz. Con ella en
una mano y en la otra el cuchillo que solíamos usar durante el
sexo, cuando me penetrabas y yo sostenía la hoja con los
dientes, corté las longitudes del espectro en finas
transparencias, carpaccio de miradas posibles, roturadas, difusas, para
formar al fin un élitro.
MAGNETIC LEVITATION Levitación magnética lo
llaman. Si se realiza en un túnel al vacío puede superar
6440 km/h. Si no hay vacío se reduce a 603 km/h. Si no hay
vacío. La ausencia de contacto físico hace que la
única fricción sea con el AIRE. El consumo de
energía es elevado. Hay que controlar la polaridad. Hay que
controlar. Hay que. Como inconveniente destaca el alto coste de las
líneas. Hablo del tren. Hablo del alma. Hablo. Pero hay que
controlar. Pero la ausencia de sonido. Destaca el alto coste. Las
líneas del alma se desdibujan. Muy rápido. Más
silencioso y suave que los trenes convencionales.
Desde este momento habrá
que continuar a pie. Las cigarras erizan el rumbo de mis pasos,
raíles desmembrados, crujido y ramas secas, abandono de
máquinas ante la proximidad de los aullidos. Muy lejos, dos
ciudades alternan sus estados de sueño y de vigilia, no
coinciden nunca en conectar sus orfandades. Atrás quedó
el taller de la crisálida –me despedí para seguir
un rastro de alquitrán, un túnel de tendones y salitre,
una humedad distinta en las estrellas que amamantan los charcos y se
dejan crucificar en sus constelaciones. No acabaré yo como
ellas. Un nuevo aliento llega a través de las cuerdas de
luz. Piedras negras han borrado la epidermis del cuerpo.
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