El asombro después


SARA TORRES










I

Tú dejaste de quererla. Yo no. Hacía años que habías dejado de quererla. Yo la amaba y también a veces me hacía la vida imposible. Con su ira. La ira por ti yo la recogía como un pollo ni recién nacido ni adulto, capaz de vivir solo y transportarse, pero que aún recuerda abrir la boca cuando se empeñan en alimentarlo.

Un buche abierto para la ira de la que muchas veces tú eras la causa, no yo. Que aún la amaba sin talento para invertir el camino, sin posibilidad de olvido: solo cierta tendencia al enterramiento, a la represión. Todo quedó vivo enterrado, vuelve a la noche. Y en la noche no hay nadie para compadecer: mira una niña triste, tan compuesta en la calle, en las fotos, durante el día. Se le ha muerto su mamá.

Si yo como tú hubiese dejado de quererla, antes, mucho antes, dormiría como tú los sábados hasta las once y los domingos hasta las doce. Despertaría descansada, positiva, alegre, como tú.

Aun así, doy la cara amable. De este modo me educasteis.




II

En el sueño he de ayudarla a entrar en el baño. Estamos juntas en una habitación, durmiendo en camitas paralelas y no consigo cerrar los ojos más de varios minutos seguidos. Temo que deje de respirar. Se me ocurre que puedo llevarla a la espalda, con sus brazos rodeando mi cuello, y que de este modo solo tendré que flexionar las rodillas frente al inodoro y ella deslizándose podrá sentarte con facilidad. Lo hacemos así y parece salir bien, pero cuando mamá toca la loza del sanitario contrae el rostro en un gesto de dolor y con él todo su cuerpo se contrae, se seca, se solidifica, hasta convertirse en una pequeña figura de cuero.

Despierto con palpitaciones. Ahora vivo sola en una ciudad alemana.




III

No es una excusa. Por no haber mandado textos para Kokoro en todo este tiempo último. Pero lo que puedo contar ahora, no se experimenta ni se escribe bien o mal.
No se puede jugar, construir, a eso me refiero. Sin distancia, sin ninguna distancia.


¿Y por qué compartirlo? ¿Puede haber alguien que necesite leer algo así?

Pero mi escritura creció aquí, no se despide. Kokoro representa lo que me importa de la escritura.




IV

Anteayer no soñé con mamá y cuando esta noche la volví a ver, me lo echaba en cara. Estaba enfadada como cuando, estando las dos en la misma ciudad, yo pasaba más de un día sin escribirla, ella sin saber de mí. Por las noches los sueños hacen su trabajo, dreamwork, es la única posibilidad de estar junto a mi madre ¿cómo es posible? solamente la voy a ver en sueños.

Me digo: ¿te has enterado de eso? Irracionalmente pregunto ¿cómo es posible?

Existe la sorpresa del amor y también la sorpresa de la muerte: ¿cómo es posible?

Cuando en el pasado escribí sobre la impresión del amor escribí sobre el asombro. Ahora pienso que hay un asombro del amor relativo al encuentro feliz y otro que acompaña a la muerte.