Ecos del piano (ternura en sol mayor)


ÓSCAR PIROT










Tita Marú tocaba el piano
y su cabello de nube.

Su vejez fue serena como el humo
y su rostro el pensamiento del agua.

Se hizo cargo de mi padre cuando huérfano
con el calor de una cesta de pan.

Era costumbre visitarla
y siempre tuvo dulces para nosotros en un frasco.

Tita Mela también tocaba el piano
y sus manos como palomas dormidas.

Refulgente cristal fue su vejez
y su rostro una luz arrugada.

La visitamos algunas veces cuando muerto mi padre
lanzándonos graciosamente las llaves por el balcón.

Me sentaba a un lado de ella junto al piano
dejándome la boca abierta cuando tocaba “Los Changuitos”.

Tita Marú ya murió,
y tiene un puñado de años que de Tita Mela
no sé nada.

Mi infancia se enredó con ellas
como el cordón a sí mismo en los zapatos.

Descalzo escucho a veces la música de sus cuerpos.