Del mínimo ángulo audible (MAA)

ÓSCAR PIROT 










Quién me habla,
qué voz de tan así me llega, qué tinta auricular
desangrándose en mi oído, qué boca masticando las lentejas
de la noche.                            ¿Quién?
Cuáles filamentos sonoros allí afuera, a qué lumbre auditiva
se encienden ya las lámparas, qué tantas las rimas
inflando su drenaje, cómo es que el milagro
de la cóclea se hace dicho.
Si inclino un poco la cabeza ¿entran más limpias
las distancias?  El tímpano desuella las canciones
al gusto del cliente si lo fuera.
La escucha describe y criba
a sazón
del espacio que la inventa, lame la huella del relámpago
 y le sube el volumen
a la astilla.
¿Esquilarle las cosas al sonido devuelve intacta la materia?
Haz por oír no lo que digan, sino aquello que invisible a fondo mueve.
Si a Crátilo le diera por objeto
desnudar los nombres de las cosas ¿sobre qué naturaleza recaerían
las músicas sin tacto referente? Ay si hasta callado viene verme
la acústica del lodo primigenio
y en el mínimo ángulo audible
la existencia me plagia para el hoy. Las ruinas
se encarnan en sus restos y la página en registros ladradores.
Ni copista, ni escriba y ni siquiera forma fiable,
acaso una pregunta granulada en el desierto.

Solo en los quienes de las sílabas
sobrevivo al olor de la sordera.