Coronta y pellejo de potestades


YULINO DÁVILA





(nucléolo)



panfleto de peroné que dementa el estribo

el jinete sin estructura hurta
topacio y limo al acento del prendado devoto
pero se escabulle desoyendo las coartadas
    (¿indicio de una ecuación cuántica?)

¡una gárgara de fuego que pulveriza las astillas
bañan la repentina algarada de los labios escapados!

acaso se sacude bajo un paraguas desigual
y besa con toda la blasfemia de los niños
    besa el proceloso clítoris que
pespunta el brillo de su empuñadura
el bies de la arqueada y la pretina
el cuadrante del pliegue y
    su convidar a los avances

(veredictos
con una comezón de toga marcial
                          ensayan sus focos
en el chisguete en la boca en la palabra
ensayan y ensayan su desilusión pajarera)


nadie
lo ha visto en el preámbulo de dos noches que se aprietan
para erizar el peaje del consciente que niega sus visiones

es aquel desertor invisible de
lo invisible que se ha venido corrompiendo

por el arrobo taxativo que repele      anda suelto
sin economía
amoral con todo
              purgando
el abrazo del afecto hasta la axila

detractor de criolladas y naderías exquisitas



(axón)


el invitado de los amargos consentidos derrite
el festín de las palabras
                                    en mi monasterio:
                      traza las letras

sus cuchillas de cariño que intenta perpetuarse
las escapa de su lenguaje acolchado con
un encogimiento neuronal de los compartimentos
que apostillan el disco de mis engendros

sueños espinosos bajo las tripas
                                                 mis sueños
ajenos y rincones / primitivos en dios ausente

ponen a helar mis tiras machucadoras
las duodenales herramientas que me permiten contemplar el ocaso
martillando los iliacos envueltos en carne de poesía que le rumia

la piel de guillotina desenvuelve el carbono
y nos iguala en la espuma del galgo que persigue las estrellas
con vértigo vegetal
con golondrinas ácidas
con la piedad del engrudo contra la tormenta
con un atado de sangres y manos de país
con estratos porosos que codifican los suburbios al sexo del día

el trastorno no está en estos montículos
sólo las fiebres
sólo las fiebres espinosas que dirimen la velocidad de
       una caída hacia las fauces que vendrán

el trastorno tiene la cara borrada con un fardo de silencios
con un compacto de vacíos que dejan las tumbas de los exilados
el invitado es muerte nacida
                                            para vivir entre el azar y el error

ánimo corpulento que no deja sombra
el puro neutro y su mónada
lasca de hilanda en purgatina que clausuran los hollejos

y los estertores que hicieron posible la proyectura del poema



(umanas)


masticadamente hablando

una vocal busca su peso en la h
ruge su onomástico dándole la vuelta piraña
la vuelta nodriza
con o sin h la vuelta del huaco a su huaca
y quiere conformar el latido suyo en tu pecho fugaz

se yergue insolente la h para dar sentido a sus hijos
herederos del esplendor sin sueño
la h tensa del hambre          mancillado y latifundio
la h sin coloquio sin comillas la h del hipo
de circuitería sin héroe / h de hacha y machete

la dilatación de soplete inoculado h de hipnosis
                             debajo de los párpados
de su amor Zoila en la h de cada Hipólita o Hermelinda

de su visita de cordeles en la h híspida
luce su polaina en las afueras que la h de híbrido
                             le permite
arranca goznes de los
electrones que pinzan ventrílocuo tormento
con las astas del hidrógeno en su tos que se garabateó:
h de bomba

resta olvido a los infiernos que lideran los indecentes
y nos muestra esa laguna en la h de su humo
sudor álgido h de humillación      retumbando
h de hupe y frío en cobija de hueco

ofrece ventanucos
tuesta hipoglosos con su h en la receta
abanica la h de hurto que se vulnera en la conciencia
h habla hablando alto su mudez

demasiado pueblo para tan pocos ronquidos




(ganglio)


c/u recibe su mentira
proporcional a la distancia de la verdad que ejerce
con respecto al material con el que ha levantado su mundo


la violencia de lo otro en uno           emboza
el atropello con sus coágulos en un tumulto que vigila

la h de humanidad humana
               para brindarse en su igual
                                                       hembra
                             y su curva de arrebato
               hermana con sus fluidos de dolor
cuenta con la h de la hiena

el arlequín del desierto seca al sol su hipocondría

una brutal honestidad revienta en tus puertas adentro
dejando junto a tus lágrimas su h desprotegida

escarbas en un invierno pasado el cortante frío que
te proteja de este mal sueño de aire comprimido

la arena que raspa el epéndimo gotea en tu palabra
esa neuralgia lancinante de la tabes dorsal y orquesta
                      la separación de lo amado:
muestra su lesión tisular en el alma

       ¿benzocaína al 5% para la miopía de su luto?

alguien gritó a la salida del túnel:
“¿cuándo la gente se va a odiar sinceramente / de verdad?”
y tú dijiste: ¡que haya alianza!

               el andamio de carne bostezó su sordera
y todo lo que esconde de sigiloso el vocablo de la mudez




(transparencia del muriático)


la ignorancia tiene sus propias perspectivas

recoge su tiralíneas del crepé
donde un trotar de jambas llena su colmena

yo hablé del martillo oblongo
en medio de un silencio espantoso de ruidos
y deshojé la margarita
                                  a lágrima por luz

eloísas ofelias o amarilis
que lucieron de verdugo entre mis piernas
               urden y corrigen

bellas transparencias de imposturas
inocentes de vagina trajinada por sus hombres
                             desconocidos o ausentes
(viví y me vivieron)
               peligrosas
por entre su filo de ángeles castrantes

alegrías cluecas
llenas de políticas decentes que no se vieron cumplidas
y sospecha la madera de mi tic-tac  que nunca lo serán

juezas -de mis desparramos sin propósito aparente-
que entran en la molienda con melindres de cenicienta
haciendo desfilar sus patines de polvorín mojado
con modales que acurrucan a los ateridos y a mi voz

allí donde se seccionan las moralejas de los despellejos




(epicedio en bettina)


llovía un día de mayo cuando me fui de mis espaldas
y visité las tuyas
                             ¡canalla!
                            (desaprensivamente emputecida)
que lloraste tu piltrafa de verdad
                                     impermeable
iniciada en tu sótano de luz espesa

                (yo estuve a la altura de la coartada y me rompí
                             por dejar de ser el que soy
               y me ha costado recomponer mi anverso visceral)


hibernaste junto al argot de las carcomas
colgaste los cosméticos para ser otra
               -pero no mucho-

de la monogamia conservo su cartílago

los indicios dicen que hubo sobre las colchas
solemnes juramentos