Pequeño conjuro fallido para la emanación de animales trascendentales y la coral ambigüedad de una ternura jibarizada y no por ello menos bailable o la metamorfosis es de fruta, roma nuda vida, etcétera

ANTONIO F. RODRÍGUEZ










el
ojo
me
arrasó
trébol

me destruyó para árbol
me desplomó para pulpa
me quebró para hormiga

ahora discurro añicos, en esta lengua fatal
que me enloquece el apego

soy torpe aún
la arcilla sabe pocas palabras

lo intento pero

me arquitecta libélula
me transeúnta vaca
me tectónica osezno

no sé decir
y mis manos son de fruta

(desmedro el alma
en la carne:
añado grieta
al sabor)

Es canícula la mente.

Me atrasa el yermo.

Lento, en el extraño ahora.