[Compartir el baño]


MARÍA GARCÍA DÍAZ










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la sentía como a las gentes del Atlas, celosa de lo suyo, es decir celosa de su psique y de su imagen, por eso temía retratarla con la cámara, por miedo a que se revolviese, a que su mano de adobe la apartase desde algún tipo de furia original, por eso no le escribió ningún poema, también porque su única empresa era mantenerlas a flote, llegar juntas al verano

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anhelaba a alguien con quien bañarse en el mar aquel verano, por eso un rostro inofensivo, una altura, una falda talar negra, una ironía, un abrazo tibiamente conmovedor fueron suficientes. sin embargo ella no quería las otras cosas, así que decidió cerrar los ojos. la ansiedad creciente que acechaba eran los párpados volviéndose traslúcidos. un cuerpo peleando por quedarse donde la paz no era completa