carta: sueño con el amante cyborg SU XIAOXIAO fue una noche después de vernos
en una
de esas cantinas japonesas de la rue sainte anne o la rue des petits champs tú llevabas ropas de clochard porque no hay mejor manera de disfrutar de un ramen era un lugar estrecho con ese ambiente húmedo y desordenado que se volvió habitual en esos días comemos en el comptoir los sonidos y los olores nos envuelven cuesta conversar el caldo lo contiene todo quema entre las manos y al descender por la garganta nos pone en comunicación con todo un mundo más allá de nosotros mismos hago grandes esfuerzos para seguir la conversación pero los destellos me atrapan por ejemplo la porcelana de los boles el vapor la tersura de las gyozas las manos del camarero más joven el que va y viene atareado mientras yo estoy prendida a un punto en que ni siquiera puedo comer tú hablas y dices cosas que me inquietan aunque sólo logro retener algunas frases tu cara hace muchas cosas llevas una vida opaca he estado haciendo tonterías últimamente y aquí presiento una porosidad interminable el agua que entra y sale de tus palabras todo lo que podrían estar significando o no y me pregunto si he perdido la capacidad de entender a los seres humanos al fondo del local los rostros de los cocineros brillan entre los fogones este caldo se prepara durante más de 24 horas entonces en mitad del estupor muy claramente te oigo explicar que tu primer injerto venía de Japón, todo el maxilar inferior necesité uno nuevo y por supuesto quise saber de dónde venía, resultó que era de Japón, y por ahora está dando un buen resultado hay apenas un segundo de vacilación entre el desconcierto y el deseo decidido estallando
pulverizando puertas y ventanas que me trae de vuelta me urge a explorar cada uno de los segmentos artificiales de tu cuerpo de amante cyborg de besarte ávidamente en busca de una nota metálica bajo tu lengua pero eso ya ha pasado o bien no lo haré nunca porque en mis sueños nunca /quién sabe igual que cuando estoy despierta todo se fractura se confunde o se borra así vuelvo a perder qué rostro ¿el tuyo? el que se multiplica digitalmente en hombres que no conozco una corriente interminable mientras el sueño escapa corriendo por la ruinosa vía de las historias que nos contamos nudos de palabras que no iluminan nada helechos electrónicos taponando los accesos como esta carta lanceolada que sale hacia el dique de tu insomnio y crepita levemente antes de dejarte de nuevo a oscuras pero noches más tarde aún sigue ahí desliza los dedos por tu cara inimaginable tu devastada : una nueva lámina de sombra en
el estéril
laberinto del sigilo |