Blanco(s)


CÉSAR MÁRQUEZ TORMO










LA MIRADA

Echar las redes. Amistad de algo más blanco que la ley, ciudades como cromos transparentes a la carga a la carga han de venir los besos por avenidas y un sol de soledad común por el lago… Peces o paredes u otros peces.

más acá más acá por el bucle de una palabra tropezamos estoy aquí estoy aquí dame pan hablamos y hablamos y quién nos resucita

Como raíces a las venas de la orilla, niños pasaban riendo.




EL HIJO

La mujer es una palabra y el niño le sisa costuras del sentido le muerde un pecho sonríe. La vida viene borracha talle arriba un guardián la denuncia y ella no me cuentes cuentos le besa la porra de pensar…

El niño dormido en brazos del poeta ahora las dos bailando arboriencia y lloro lamiéndose-adorando latigazos de alegría y un vientre favorito y cendal y entonces ya la luna fuerte y colorada y el hombre excita quietud y nervio con ojos la noche y vulva empuja a su oscuro ahora es siempre ha gritado-gritará y por doquier todo es blanco brillante como una plancha de atrapar músicas o dioses o tumbas de guardias o milagros para parir montañas. Y la tierra venamadre y grumo afincado en globo —todo tan loco— dando vueltas… (Alguno ha pasado rezongando un no sé qué responsable de la sandez de los cuerpos y el eterno retorno y la triste felicidad transmigrada de las razones se le han caído tres en el barro chop chop chop despeinadas:

no se le entendía bien)




EL  SUEÑO

Y estos juncos, ¿qué son? … Este cero mi amor este acceso mi atalante este sueño a este lado —el oído de nadie la mirada libre el corazón doblado sobre ti de la parte en que anda calcinándose—

tapados de cielo cuerpos de cielo nubes andan lejos del poema

y monje sobre corcel de nieve huyó la sombra rezada en los retales  porque  todo mi albina salió de nevar durante años dureciendo y ablandar por la tarde los viernes que se acaban por la mañana y pusimos a hervir en la olla los tallos de la hermosa porque de ciática venía siendo el aliento

—te acolchas en la escalera todo es agua extraña como el dormir fundes un blanco con el sol te lloras te hartas huyéndote nos lloras esta casa esta casa   esta casa bella y terrible…—

y ya nos desingresamos de tanto soliloquio como quien muere mucho de su despiste adultescente y nos sumimos y un árbol —pereza de rama para ser más que rama— flotó en la laguna, intocado

entre la raíz y el aire el tronco será recorrido por la hormiga

y no es bueno llorar o dormir cuando el cielo hunde sus patas en la espalda —todavía quienes van a la queja como al matadero y se dividen por amismarse— no es bueno pero este fango mi dulce, tiernamente qué somos no me ates tiernamente me ataste átame sin pacto a la tierra, estos juncos mi vida —para qué tanto vacío— estos juncos si una vez lloramos y a eso solamente vine:

te veo.

a medianoche se encendía la luz para apaciguar los hilos fantasmas del blanco




EL  MAR
  
                  A Alfonso Legaz

si yo —donde no hay nadie— le llego al hijo mi corazón velado con tortugas, tú, Bronwyn de la tierra, trázame una espiral donde el mar alzó su dragón —quién mansa ahora por su orilla chiquilla…—

si yo le llego al hijo —y si ya nunca regresáramos— yo tuve frío y ahora se me olvidan los letargos

si yo —amniosis pero ombligo— le llego al hijo sazón de bosque tendremos ojos para mirar la hipnosis y el amor teniéndose al momento en la secreta paciencia de la letra si yo —en la perpetua secreción de la letra— le llego al hijo

y no caer de tu fiebre lentamente del lado de los cobardes

Ya las fuentes manaban hacia dentro su solaz de sangre: campo abierto, tanta piel por delante, blanco abierto.

el corazón es un fondo marino le dijo al ojo. Y cantó.




LA TERNURA

Apretado contra el pecho blanca encía de su voz

todo el aire es un cuerpo




LA VIDA

Caeríamos ahora a una rueda de atrapar, alfarera, alacridad de los arrullos viscosos pereciendo, una devastación blanca y montones de cosas lorcándose por lunas, llegar a casa y trabajar en el juego de los hijos, poner los créditos en remojo un día y devorarlos al otro con tatuajes y sonrisas y melindres, pintar los molinos (pintar en general), escribir con la letra bonita sólo por espantar las moscas y algún capitoste deloqueahoraenseriohayquehacer, reír con un no en la boca que hace cosquillas a las visitas, hacer la cama porque sí, salir a la calle cuando llueve (cuando no, estatuas por las esquinas), adoptar un paso de cebra, ofrecer la nuca al coche que pasa, agitar pamelas de contento ante el claxon enfadado, viajar en tren (preguntar al revisor si ello no es óbice para rifar un beso entre el pasaje), burlarse de los invidentes, acariciar a los ciegos, colocarle a traición una diéresis a la idea de un amigo con cara de libro, mear lo bonito de las tertulias, eso sí, con un buenos días muy grande a modo de educada floresta nocturna… Y de súbito
pararse
                                  ahí quietecito sin decir me bajo, quedarse quedo tan buenos chicos, mirarle a todo el
rabillo pero no es protesta, pararse pero no es lástima no
                                                                                                    


caer

entonces a una rueda de cantar sin llorar nunca a los muertos

tanto bedrio

y sobre todo agujeros abiertos y en archipiélago nos dejaríamos en paz.




(del poemario inédito Blanco(s))