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TXETXU GONZÁLEZ




9O

Saco esa foto la noche que estreno mi primera cámara. El halógeno de la cocina es blanco. Hay un remanente de olor y humo en el ambiente. Sus manos artríticas, impregnadas de grasa, sostienen un bocadillo de calamares. ¿Me lo da a mí o simplemente lo muestra como quien descubre al mundo su última obra? A ella le gustan mucho los calamares o, mejor dicho, los bocadillos de calamares.
De todas las fotografías que contienen salientes de su inmanencia, nadie sabe por qué, es esta la que más ternura me provoca. También hay conmoción y, en mitad de una charla entre compañeras de trabajo, se cuela el título de la primera novela moderna escandinava.

12O

Er du sulten? fue la primera frase que aprendí del danés. El cerebro no conoce medianías: o crea asociaciones sin parar o está muerto. Por su propia experiencia podría conectar Dinamarca con una desesperada necesidad de protección o con una mosca.
También puede verter pintura roja sobre un mapa y relacionar la capital de Noruega con la primera novela moderna escandinava
y a la mosca con el trastorno depresivo persistente y con la jeringa llena de heroína que cuelga del brazo de Anders Danielsen en la escena final de una película de Joachim Trier.
*
Imagina, también, que cualquier cerebro aliado, más o menos próximo, será capaz de vincular sin esfuerzo a Dinamarca –vía Horacio de Hamlet– con un contexto supraindividual de podredumbre y degradación y, tal vez, con un poco de suerte, a esa misma podredumbre y degradación con la desidia institucional que tiende a abandonar a su suerte a la mayoría de los barrios del extrarradio de cualquier ciudad.
Ella sigue viviendo en un primero.
Cuando voy a verla me pregunta: ¿Tienes hambre?

17O

En el interior de una caja de cartón, mezclado con otros objetos (sobre todo utensilios punzantes de cocina) encuentro el libro Short Cuts de Raymond Carver. Entre la página 157 y la 158 hay una servilleta de papel doblada. Tiene escritas algunas cosas que no logro descifrar en absoluto y otras que sí. Tiene también algunas manchas que parecen de café y mermelada de algún fruto rojo.
Lo que sí logro descifrar:
Samuel Beckett (toca esperar y ver)
Cassius Marcellus Clay
Joan Didion (dicen)
Harold Pinter (no he leído nada de él)
Johnny Cash
Charles Dickens (tampoco he leído nada de él, pero uno de sus libros se titula ‘grandes esperanzas’)
Helen Mirren (me cuentan, también)
Duke Ellington (¿cómo pudo soportarlo? ¿pudo soportarlo?)

*
Lo que no puedo entender: 
Una única línea subrayada en esas dos páginas, también en color rojo:
You see, there were a lot of people involved in this tragedy.


30N

No importa cuánto se haya reformulado de un tiempo a esta parte. Ahora, los hermanos, nos empeñamos en dividir el corolario en fragmentos. Como si así pudiera evitarse, por ejemplo, la amenaza de cualquier caída fortuita (otra más), de nuca, contra un guardabarros. Como si así pudieran evitarse o repartirse mejor este, ese o aquel peso.

10N

Un nueve de noviembre (día de su cumpleaños), me gustaría que alguien que no fuera una fotógrafa, un doctor en psiquiatría o su neurólogo intentara explicarme, con palabras que desconozco y una sintaxis extemporánea, por qué la desaparición física, paulatina de una madre (y su luz), puede dar lugar a tantas imágenes sin título ni compartimento.
Me es imposible digerir semejante acumulación.
La tarjeta SD indica que son exactamente 839.

11N
Cuanto más rápido avanzan los procesos, más oscuridad se instala en el territorio. Apuntamos a los detalles para congelarlos y que no nos abandonen.
Le vuelvo a hablar a alguien sobre sus manos, sobre su mirada, sobre los músculos de su cara y el arqueamiento paulatinoprogresista de sus hombros.  

24D

Sueño que su subconsciente me habla mientras aún continúo dormido. Me dice que el personal de servicio que custodia el interior de su cerebro ha desconvocado la huelga indefinida.
Emite un comunicado por escrito que nos llega por carta postal a cada uno de sus hijos:
Nuestra conclusión es que, dadas las circunstancias, su análisis (el de ella) no ha de confrontar con el análisis de los pobres fantasmas que deambulan a su alrededor (vosotros).

26D

Tiene que haber un motivo de peso para que hayamos dejado de hablarnos.
Los hermanos.
Apilan cada remordimiento y atisbo de dolor hasta que una tarde, por ejemplo, recibes un mensaje de una desconocida por whatsapp:
dicen qye Posible infarto
hospital de *******
pueds venir?

15M

Reconozco una presión renovada bajando las escaleras de la estación de Palos de la Frontera. Andén dirección a Moncloa.
Interior del vagón, casi de noche. Los muy jóvenes, de un tiempo a esta parte, me parecen mucho más altos que nosotras. Siento el impulso de decirle que la gente que nace hoy en las ciudades crece a medida que se expanden sus errores arquitectónicos de planificación, pero me quedo callado.
Lo que en verdad quisiera contarle es que últimamente la ansiedad, la tristeza y el miedo al miedo han vuelto y que cada día, más o menos de una a diez y media, vivo sometido a esa argamasa de elementos cotidianos que despiertan mi fobia social: la multitud, las prisas, el movimiento perpetuo, las dificultades para leer y retener información, la presión en el pecho, la rigidez en las manos, la imposibilidad de la pausa y el análisis profundo, la precariedad laboral, la falta de dinero, siempre la falta de tiempo.
Quisiera hablarle sobre este diafragma y la velocidad de obturación y un libro de Roland Barthes, pero, no sé cómo, acabamos comentando las últimas declaraciones del ministro ruso de exteriores.

*
Al salir de la estación, en un puesto callejero que no es de perritos calientes, suena aquella canción escrita por un tipo que fue capitán de un ejército y bedel en una discográfica: the bigger the fool the harder the fall.
Ella tararea.

*
Siento el impulso de decirle que el tatuaje del triángulo ha ganado sentido pero perdido vigor, y que la ruptura de los cánones geométricos lo gobierna todo:
las declaraciones de Lavrov
la canción country y su lugartiempo
nuestra familia, fagocitada desde hace demasiado por la síntesis coronaria de La Haine
jusqu'ici tout va bien
jusqu'ici tout va bien
jusqu'ici tout va bien …

16E

A propósito de un palo de escoba nuevo. A propósito de la reposición de una final histórica de tenis. Un posible título:
SOMBRA DE ALGUIEN QUE SE AFERRA A UN GRIP. SOMBRA DE ALGUIEN QUE SE AFERRA A UNA FOTOGRAFÍA SACADA EN 1993. SOMBRA DE ALGUIEN QUE CAMINA POR EL INTERCAMBIADOR DE MONCLOA, CAMINO DE SOL, ALTO DEL ARENAL O PALOS DE LA FRONTERA. SOMBRAS ALREDEDOR. VOCES DE SOMBRAS QUE ESCUCHA A TRAVÉS DEL TELÉFONO MÓVIL. VOCES DE SOMBRAS QUE ESCUCHA EN SU CABEZA.

14N

Aprendí a jugar al tenis cuando tenía siete años, en el polideportivo municipal de un barrio obrero. Ella me convenció de ir a la primera clase comprándome una raqueta Tretorn y contándome historias sobre la hija de Ilie Năstase.



*
Hace un par de noches, más de una década mediante, volví a jugar. Me quedé mirando la pista durante un rato largo después del último juego. En mitad de ese páramo visual, me escuchaba jadear y pensé en el sonido de las desbrozadoras y en el ruido que hacen los moscones cuando se quedan atrapados en el interior de una casa. Cuando vives en el campo, a veces crees que son la misma cosa.
*

Sujeto ejecutor, sujeto ejecutado.
Otra vez las moscas.
Mamá colocando clavo sobre las dos mitades de un limón. El mejor repelente.
Otra vez la distimia.
Otra vez Joachim Trier.
Otra vez los próceres noruegos y su amarga hormona esteroidea.

16M

SUEÑO(S) RECURRENTE(S) EN TERCERA PERSONA SOBRE PISTA DE TIERRA.

A propósito de esa prolongación oscura y de un juego de pies que ahora no logra intuir, sabe que, tarde o temprano, fruto de la inercia que a veces provoca el cansancio o su ablepsia, va a sentarse a respirar.
El banco tiene una pegatina de Fruits de Ponent o Sandías El Cañerito que, por supuesto, se afana en desprender de la madera con la uña del dedo índice. Primer suspiro.
*
Una bandera blanca con la cara de Miguel de Molinos o Fabrizio de Andrè ondea más allá de los palcos. Mira entonces a izquierda y derecha. Durante unos segundos y, sin motivo aparente, se recordará en un tren nocturno cruzando la frontera por Tarvisio, dirección Graz.
Su acompañante escucha a Mazzy Star con unos auriculares de diadema. Ambos escrutan el paisaje a través de la ventana. Su acompañante se gira al llegar a Klagenfurt y le dice:
La vita di una persona cara è in bilico e … tu hai fame?

*

Hoy todo se ha venido abajo cuando, al encender la chimenea, desde el hollín del tiro, ha caído una cría de murciélago sobre las brasas. Hay un rumor algente, parecido a un sonido (íííííííííí ííí ííííí íííííííí ííííí), que acompaña al proceso de extinción de cualquier forma de vida. No sé si alguna vez os ha pasado, pero después de seis o siete minutos, la cría se hincha y todo afán desaparece. Segundo suspiro.
Esa presencia psíquica en tránsito hacia la muerte ostenta también la muecacapacidad de traducirnos, como un auxilio, de la culpa a la ternura.

*

Supongamos que ya muy tarde y muy de noche, cuatro hermanos se abrazan en ese lugar de la casa donde ya nadie comparte el pan ni abraza a nadie.
Sin necesidad de hacerse más daño por contribuir a la supervivencia del constructo cultural al que pertenecen, uno de ellos apaga la radio, otra apaga las luces, otra mulle la segunda almohada y, quien falta, sentado al borde de su cama, le agarra la mano y le canta:
Primera opción → such a time to be alive / such a time to be in love / somewhere, crossing the bridge of loss / time will bring them back together.
Segunda opción → along with everything that was lost and won / when the day is done / have to go back where you began / when the day is done.
Tercera opción → non resta che qualche svogliata carezza / e un po’ di tenerezza.